Mamá, ¿te quieres casar conmigo?

(Experiencia personal)

La pequeña estaba durmiendo su siesta encima de mí, metida en la mochila, como hace cada día. Yo me había sentado en el sofá y estaba ronroneando con mi nariz y mis labios acariciando su cabeza.

Mi pequeño grande estaba revoloteando, mimoso, a mi alrededor. Se sentó a mi lado y, de repente, me preguntó:

Mamá, ¿te quieres casar conmigo?

Yo sonreí. O quizás se me cayó un trozo de corazón derretido al suelo, no lo recuerdo muy bien.

Pero cariño, yo ya estoy casada con papá, no me puedo casar contigo. Soy tu mamá.

Pero yo te quiero.

Le acaricié con ternura, con sus ojos dulces y persistentes mirándome.

Lo sé, cariño. Y yo también te quiero.

Me voy a casar contigo, mamá – seguía insistiendo, completamente convencido.

No puede ser. Yo quiero a papá y estoy casada con él.

Pero tú me quieres.

En eso tenía toda la razón. No me entraba más amor dentro.

Claro que te quiero. Pero soy tu mamá. Y tú tienes que buscar a una niña que te guste y pedírselo. Y si tú le gustas a ella, te dirá que sí.

¿Una niña que me guste? – preguntó entre extrañado y pensativo.

Sí. ¿Te gusta alguna niña?

¡Sí! – gritó. Y se iluminó con una sonrisa enorme y pícara.

Yo le miraba embelesada, pensando cómo me gustaba esa complicidad nuestra, mientras me hablaba de una niña de su cole.

Creí que no iba a tener más peticiones amorosas por el momento. Pero parece que mi pequeño no es de los que se da fácilmente por vencido, así que más tarde volvió a decir:

Mamá, ¿sabes que voy a casarme contigo?

Vaya. De nuevo le expliqué que no podía ser. Entonces, me enterneció aún más:

¡Pero no voy a casarme nunca! ¡Nadie me quiere!

Y se echó a llorar.

Le hubiera dicho que sí. Una y mil veces. Le hubiera protegido de toda decepción amorosa. Le hubiera jurado que no dejaría que nadie le rompiera el corazón.

Pero sabía que no podía hacerlo.

Le abracé. Le besé. Le recogí las lágrimas.

Algún día aparecerá alguien que te guste y tú le gustarás también. Y será especial.

Quizás si no hubiera leído hace poco sobre los enamoramientos infantiles, hubiera reaccionado de otra forma. En algún momento le hubiera dicho que sí, que no se preocupara, que no se sintiera solo, que mamá siempre iba a estar con él.

Pero esa no era la forma de ayudarle, sólo me calmaría a mí.

Para ellos no es un juego, necesitan una respuesta real, una de verdad. No un parche temporal que les confunda.

Es muy importante no reírnos de lo que están sintiendo, no mostrar rechazo ni mantenernos indiferentes.

Cuando el enamoramiento se enfoca hacia mamá o papá, debemos darles nuestra aprobación hacia su sentimiento y desviar su atención amorosa hacia alguien más acorde, es decir, favorecer el amor entre iguales.

Puede ser que nos digan que nos casemos con ellos, que juguemos a que se convierten en papá o mamá. Puede ser que nosotros nos derritamos, nos sintamos hinchados de amor, de ganas de decir que sí.

Pero los sentimientos nunca son un juego. Los de nadie. Y menos para ellos.

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11 comentarios

  1. Ni se me había pasado por la cabeza que pudiera pasar algo así! Cuantas sorpresas están todavía a la vuelta de la esquina!? Está bien saberlo…

  2. ¡Qué mono por favor! Mi frutito, en cambio, le pediría casarse antes a su padre que a mí, jajaja!

  3. He visto el título del post en una lista de Madresfera, he hecho clic pensando que era tu post y me he encontrado con otro!! http://www.milesdetextos.com/mama-te-quieres-casar-conmigo/

    • Bueno, daba por hecho que no soy la única mamá a la que le ha pasado. Es uno de los motivos por los que muchas veces compartimos nuestras experiencias a través del blog: hacer que otras personas se sientan identificadas.
      La verdad es que compartimos una visión un poco diferente. A mí esta conversación me ha dado pie a hablar mucho del enamoramiento (que contaré en otro post) y también de los tipos de familia que existen. No debemos creer que hay que esperar a la adolescencia para que nuestros hijos entiendan qué es estar enamorado. El enamoramiento infantil existe, son experiencias amorosas reales y debemos tratarlas como tal

    • Por cierto, gracias por el enlace, me gusta haberlo leído y ver cómo reaccionan otras madres ante la misma experiencia. ¡Me alucina todo lo que eres capaz de encontrar!

  4. Alguna vez escuché que los padres de hoy tenemos mucho miedo a dañar a nuestros hijos y creo que es verdad, el rechazar una propuesta de este tipo que plantean, igualmente lastima. Mencionan en el artículo que el decirle que si, engaña o juega con los sentimientos. Creo que las cosas no son tan literales para los niños como para los adultos y buscan demostrar el cariño de diferentes formas. El día que mi hijo de 5 años me dijo que cuando fuera grande se iba a casar conmigo, le di un gran abrazo y me sentí muy halagada, nunca volvío q tocar el punto, no creo que a los 18 años siga con la misma idea. En otros momentos he tratado de dejarle en claro los roles de las familias

    • Yo también le di un abrazo y me sentí halagada. Sólo que si me hubiera quedado allí, no habría llegado más lejos en la conversación. No es una cuestión de poner roles. Para mí es una cuestión de no mentir, de saber que siempre va a encontrar la verdad, de confiar sea cual sea la respuesta, de ir más allá, de averiguar qué hay detrás de muchas preguntas, de ver la realidad, de no poner cortinas de humo. Creo que los niños entienden mucho más de sentimientos que nosotros. Yo ayudo a nombrarlos y ellos me enseñan cuántos hay

  5. Lian mi bombón de 5 años.. cada vez que encuentra un anillo se arrodilla pidiéndome casamiento y me pone el anillo. Y yo me lo morfo a besos.. no pueden ser más dulces..

  6. Yo le dije a mi hijo que él estaba muy chiquito para eso, y que además yo estaba casada con su papá, me dio risa, me pareció curioso. El se puso bravo y volvió a decirme lo mismo: quiero casarme contigo. Ja ja

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